Acostumbrados a los rápidos repostajes de los coches convencionales, los nuevos usuarios de los coches eléctricos, y aquellos que piensan en comprase uno, ven como una desventaja a tener en cuenta el hecho de que deban dejar varias horas cargando su coche para poder seguir usándolo.
¿ No sería ideal que el coche pudiera cargarse mientras recorremos una autopista o mientras estamos parados en un semáforo? Pues bien, estas ideas, hasta hace poco utópicas, pueden llegar a nuestras vidas antes de lo que pensamos.
Actualmente son varias las empresas que investigan los sistemas de carga inductiva para los vehículos, los cuales son inalámbricos ya que el campo magnético generado por las bobinas del sistema es el encargado de cargar nuestros coches. Así pues, se trata de un sistema de carga muy cómodo para el usuario ya que simplemente con colocar el vehículo sobre el aparato la carga comenzará automáticamente.
Aunque esta tecnología es muy prometedora, antes de lanzarse al mercado deben superarse algunos problemas como son el posible calentamiento de las partes metálicas del automovil, que originaría problemas de seguridad, la perdida de eficiencia en la transmisión de energía con respecto al método tradicional cableado o el impacto sobre otros sistemas electrónicos del vehículo, como el equipo de navegación, el cambio automático de marchas o el freno regenerativo.
La aplicación de esta tecnología en las carreteras permitiría reducir el tamaño de las baterías de los coches sin comprometer su autonomía y, aunque resultara muy costosa a nivel económico, sería un paso importante hacia las “smart cities”, llamadas a ser la base de nuestro futuro.