Estimados amigos de RecargaCochesEléctricos.com, hoy vamos a hablar de la berlina eléctrica de Renault.
Como bien sabéis, desde el equipo de RecargaCochesEléctricos.com estamos realizando un esfuerzo para acercar al gran público todo aquello relacionado con el mundo de los vehículos eléctricos, apostando por un medio de transporte más limpio. Este es el primero de varios monográficos sobre los diferentes modelos que actualmente están a la venta en nuestro país.
A simple vista, el Renault Fluence parece una evolución poco cuidada del Megane, pero conforme nos acercamos a él podemos comprobar unas líneas elegantes que dan muy buena sensación. Desde el exterior ya comprobamos que Renault ha apostado por un señor coche al fabricar este vehículo con una embergadura importante que no tiene nada que envidiar a otro modelo del mismo segmento en versiones de combustibles fósiles.
En cuanto al interior, observamos una cuidada tapicería tipo piel muy elegante que ofrece un ambiente confortable y sofisticado.
Tras hacer una primera inspección del vehículo, desde el concesionario nos dejan las llaves, pasamos a probar la experiencia de conducción del Fluence, ¿me acompañas?
Después de habernos acomodado en el asiento del conductor y colocarnos los espejos en un grado cómodo, nos damos cuenta que podemos ajustar también la inclinación del volante. El salpicadero se nos presenta con unas líneas redondeadas que hacen juego con el resto del coche, y un cuadro de mandos muy poco futurista que no rompe con la esencia que Renault quiere transmitir en este modelo.
El arranque del coche responde, como no podía ser de otra manera, al común denominador de los vehículos eléctricos: silencio absoluto. La conducción del coche eléctrico es muy similar a la de un automático de carburante fósil, con una palanca de cambios con tres posiciones posibles: estacionamiento, adelante y detrás. Es importante comentar una obviedad: sólo hay dos pedales, que se deben de manejar ambos con el pie derecho, acelerador y freno. Para salir debemos poner la marcha correspondiente (detrás o delante), manteniendo el pie en el freno, para evitar la salida automática. De forma suave, vamos apartando el pie, y comprobamos la pausada aceleración del Fluence. Hacemos las maniobras pertinentes (intercalando las marchas) y por fin salimos a la calzada gracias al ligerísimo sistema de dirección asistida.
Una vez acostumbrados a la cadencia de la conducción tras los primeros metros, nos invade una clara sensación de estabilidad. El cuadro de mandos nos brinda poca información en crucero: estado de la batería, rendimiento de la misma y velocidad. Tras parar en un semáforo nos damos cuenta de una cierta dureza del freno de pie, que contrasta con el excelente sistema de aceleración que impide la salida brusca.
La experiencia por ciudad es muy cómoda, sin embargo, por carretera, la sensación es un tanto pobre, ya que de semejante coche se espera una mayor potencia, que se queda corta con sus alrededor de 85 caballos y una velocidad punta de 115 km/h.
Tras haberlo estacionado y apagado, nos fijamos en los detalles. La batería está situada debajo del maletero, lo que impide que, a pesar del tamaño del coche, nos encontremos con una gran capacidad del portamaletas. El sistema de carga está situado a la derecha, como si fuera la entrada de una pistola de gasolinera.
Como conclusiones, podemos decir que el Renault Fluence se ha diseñado con mucha ambición, desarrollando un gran coche que quizá no se corresponda muy bien con las necesidades de un usuario urbanita, por su considerable tamaño, además de contar con las actuales limitaciones de duración de batería que impiden realizar trayectos largos.
El precio es uno de los grandes atractivos, puesto que con la subvención del Estado podemos conseguirlo por 24.000 euros. La trampa reside en la apuesta de Renault por el alquiler de las baterías (cuyo precio difiere según el kilometraje).
En definitiva, nos encontramos con un coche que da gusto conducir, pero que yo no me compraría.
¡Un saludo y hasta el próximo artículo!